SUN TZU dice:

Las consideraciones de la persona inteligente siempre incluyen el analizar objetivamente el beneficio y el daño. Cuando considera el beneficio, su acción se expande; cuando considera el daño, sus problemas pueden resolverse. El beneficio y el daño son interdependientes, y los sabios los tienen en cuenta.

Durante el pasado siglo XX, en varias disciplinas científicas (biología, química, cibernética…) se ha ido gestando y desarrollando el concepto de sistema y aplicándolo cada vez con más profusión. Hasta el punto que hoy en día es ya un término generalizado. Muchos de los conceptos de la teoría general de sistemas, a día de hoy, se dan por sentados sin cuestionar. Uno de los padres de este paradigma fue el biólogo Ludwig von Bertalannfy en los años 30 del pasado siglo. En nuestro artículo previo sobre las crisis también dejamos ver uno de los Puntos De Vista acerca de la teoría de sistemas del premio nobel Ilya Prigogine. No obstante todo lo anterior, en muchas ocasiones seguimos actuando como si los integrantes de un sistema fuesen elementos aislados sin influencia de o sobre el resto de componentes del sistema y entorno.

Por ello, en esta ocasión, quiero centrarme en el enfoque sistémico y su aplicación a algunas de las ciencias sociales como la psicología, y más en concreto a lo que nos atañe principalmente en este blog: la gestión de conflictos.

Uno de los principales representantes de esta tendencia en la ciencia moderna ha sido Gregory Bateson (antropólogo, científico social, lingüista y cibernético). Según éste, “pensar en términos de sustancia y de objetos discretos representa una grave equivocación epistemológica, un error de catalogación lógica”. Esto, dicho con otras palabras, significa que ante una situación determinada, el considerar a los implicados como individuos aislados e independientes es un error. El pensamiento sistémico plantea que en vez de orientarse hacia las cosas o los objetos se oriente hacia las relaciones, interacciones y procesos. Todo está interrelacionado con todo. No hay nada independiente. Todos los miembros de un sistema son interdependientes.

Algunas de las propiedades que nos interesan de los sistemas son:

  • Cada una de las partes de un sistema está relacionada de tal forma con las otras que un cambio en una de ellas provoca un cambio en todas las demás y en el sistema total.
  • Las relaciones son recíprocas, y no unilaterales, ej. A causa B y por lo tanto B causa A.

Bien, y todo esto, ¿de qué nos sirve a la hora de gestionar un conflicto?

Lo primero de todo es que si miramos al sistema en lugar de mirar a los individuos, o a algunos de los individuos, podremos ver las relaciones e interacciones entre ellos e igual nos llevamos alguna sorpresa. ¡Cuántas veces el origen del conflicto está en un sitio distinto a dónde éste se manifiesta! Caso del niño que presenta problemas de conducta en la escuela. Mirando al sistema, en ocasiones, se puede ver que el origen está en la relación de los padres. Si nos quedamos con el antiguo paradigma, intentaremos “arreglar” al niño, consiguiendo poco o nada aparte de fastidiar más al niño. Mirando al sistema y modificando la relación y cómo interactúan los padres, la conducta del niño cambiará.

Y un concepto que me encanta y que da una infinidad de posibilidades a la hora de gestionar conflictos: en cuanto uno de los integrantes del sistema cambie, todo el sistema se va a reorganizar, es decir todo el sistema va a cambiar. Esto, en términos prácticos significa que ante un conflicto, aunque alguna de las partes no quiera participar o involucrarse, no importa. Con que tan solo uno de los integrantes se involucre, y cambie, si o si, TODO el sistema va a modificarse.

Una manera gráfica de explicar lo anterior es visualizar al sistema como un conjunto de fuerzas. Éstas, por definición, se tienen que contrarrestar unas a otras para que el sistema esté en “equilibrio”:



Sistema en equilibrio

Si uno de los integrantes del sistema, supongamos que C, cambia y se comporta de una manera distinta pasando a ocupar una posición C’, el sistema, necesariamente se tiene que reorganizar para volver a encontrar el equilibrio:



C obliga a que A y B se reposicionen
Nuevo equilibrio del sistema

Por supuesto que dependerá del movimiento de C a C’ también el cambio del sistema, como ya explicamos al hablar de crisis. Si el elemento C se mueve “un poco”, el sistema se reorganizará “un poco” y puede que el cambio sea nulo o imperceptible y todo siga más o menos igual. Si C logra cambiar lo suficiente, el sistema no tendrá más opción que reorganizarse para encontrar el equilibrio acorde a la nueva posición de C. Aquí me vienen a la mente ejemplos muy radicales y significativos del comportamiento, pricipalmente de tan solo una persona, que han logrado cambiar a toda una nación: Nelson Mandela o Gandhi. Y sí, también está la posibilidad de que el movimiento de C sea tan grande que el sistema no sea capaz de absorberlo (de gestionarlo) y el sistema se descomponga. Caso típico de un equipo o de un grupo que acaba disolviéndose y desintegrándose por el comportamiento concreto de uno de sus integrantes.

Y aquí unas palabras de caución: el comportamiento del sistema no necesariamente va a ser acorde al comportamiento de cada uno de sus individuos, y viceversa.

Con todo lo anterior en mente y yendo un paso más allá, como hemos visto, algunas de las premisas del enfoque mecanicista tradicional (mecánica de Newton) para interpretar los sistemas y sus dinámicas ya no nos sirven. Es necesario en estos casos aplicar premisas más amplias como las de la mecánica relativista, o incluso, la mecánica cuántica. Una de ellas, espero que muy obvia a raíz de lo que se ha hablado en este escrito, es que el observador va a afectar al sistema y tener una influencia sobre él. Aplicación directa del principio de incertidumbre de Heisenberg. Sea el observador quien sea: un mediador, un coach, un asesor, un consultor, etc. Su sola presencia y entrada en el sistema va a suponer un cambio en el mismo. ¡Tengámoslo muy presente! Nuestra actuación nunca es inocua, aunque “no hagamos absolutamente nada”.