Me imagino que el título de este post te ha llamado la atención. Y más aun todavía en una web de mediación y gestión de conflictos. En esta ocasión quiero poner el foco de atención en el modo habitual de comunicación que muchos de nosotros tenemos. Sin saberlo y con la mejor de las intenciones en ocasiones lo que hacemos es detonar un soberbio enfado en nuestro interlocutor.

Veamos como, queriendo ayudar de corazón, podemos, contrariamente a nuestro deseo, cabrear soberanamente a alguien que viene pidiendo nuestro apoyo y escucha.

Aquí tenéis algunas pautas:

  • Aconsejar:
    • Creo que deberías…
    • ¿Cómo es que no…?
  • Y yo más:
    • Uy, eso no es nada. Si te cuento lo que me pasó a mi…
  • Lecciones:
    • Esto puede convertirse en una experiencia muy positiva para ti…
  • Consolar:
    • No fue culpa tuya…
    • Hiciste todo lo que pudiste…
  • Contar batallitas:
    • Eso me recuerda a cuando…
  • No sientas / niega tus sentimientos:
    • ¡Venga, alegra esa cara!
    • ¡No estés triste!
  • Pena:
    • Ay, pobre…
    • ¡Que pena!
  • Simpatizar:
    • Yo me siento exactamente igual…
  • Recolectar datos:
    • Preguntar e indagar para satisfacer nuestra curiosidad.
  • Compincharse:
    • ¡Es verdad! ¡Siempre pasa lo mismo! ¡Tienes toda la razón!

Cuando alguien viene dolido, solicitando escucha, y nosotros en lugar de simplemente mirar su dolor lo que hacemos es querer arreglar a la persona, etiquetar (tú eres, él es, ellos son), juzgar (bien / mal – castigo / recompensa), imponer (deberías, debería, deberían…) bien directa y abiertamente o bien veladamente con algunas de las estrategias arriba descritas, realmente estamos separándonos de esa persona y cerrando vías de comunicación. Otra cosa es que abiertamente nos hayan pedido opinión, consejo, ¿tú que harías? o algo similar. Normalmente, en una primera fase, no suele ser el caso y lo que la persona dolida pide y necesita es escucha, simple y llanamente. Y las pautas arriba descritas, si las aplicamos, lo que están diciendo de manera implícita a nuestro interlocutor es: “lo que te pasa y cómo te sientes no es importante.” y eso contribuye a aumentar su malestar.

Y si en lugar de enfadar o molestar a nuestro interlocutor queremos conectar con él, ¿qué hacemos?

  • Intención:
    • Ir con la intención clara y honesta de querer conectar con la otra persona.
  • Atención:
    • Poner la atención en el presente, en lo que está sucediendo aquí y ahora.
  • Sentimientos:
    • Reconocer cómo se siente la persona, sin querer cambiar nada.
  • Necesidades:
    • A partir de los sentimientos manifestados, indagar con mucho tacto y ayudar a la persona a identificar sus necesidades no satisfechas que le hacen sentir de la manera en que está sintiendo en este momento.
  • Petición:
    • Si es el caso y es muy evidente, siempre, preguntar antes de ofrecer ningún tipo de ayuda, si es que hay algo en lo que podemos ayudar. Sin sugerir, dirigir, o encaminar a lo que nosotros creemos es la solución. Sólo si sale de la otra persona pedir ayuda ofreceremos lo que estemos dispuestos a dar para satisfacer la petición concreta, no para arreglar nada en el otro, o porque nosotros sabemos mejor que la otra persona lo que necesita…

Si te interesa saber más, este post está basado en la Comunicación No Violenta, CNV, de Marshall Rosenberg. Puedes contactarnos directamente con tus dudas. Somos mediadores en Barcelona y Tarragona y contribuimos al bienestar de las personas y de las organizaciones mejorando las relaciones.